¿Cuántos jugadores hemos ovacionado en la cancha, aplaudimos sus jugadas y sufrimos con ellos si sufren alguna lesión? Después de uno o dos torneos deciden emigrar a otros equipos y lo que les damos de regreso a casa es un gran abucheo y una que otra grosería, es obvio que nos cuesta trabajo entender el porqué de su decisión al irse de un equipo que le ha dado todo, ¿Como es que dejó a una afición que daba todo por él?
Si bien es cierto que algunos merecen los abucheos y los malos tratos, hay uno que otro (que son los menos) que no merecen tal cosa, ahi es justo cuando entra el respeto al jugador; el aplauso y el reconocimiento que se merecen después de haber defendido los colores que uno tanto ama.
Tal fue el caso el día de ayer en el Estadio Azul; pude ver las dos caras de la moneda, si bien no estoy de acuerdo con el recibimiento que se le dio a Francisco Fonseca es más que evidente que en la casa azul no es bien recibido, desde su nombramiento la afición abucheo y la rechifla se hizo presente en el lugar, él sólo se conformó con saludar a uno que otro lado de la tribuna sin mirar a la cabecera local. Más sin en cambio Yosgart Gutiérrez experimentó exactamente lo contrario, con una porra volcada hacia él y el maravilloso sentimiento de sentirlo aún del club, desde su primera mención los aplausos invadieron las gradas; pero lo mejor vino al medio tiempo, a la salida del Club Atlante para el tiempo complementario Yosgart se colocó en la portería que ahora le tocaba defender, justo la cabecera del estadio.
Él alzó la mirada para reconocer a la porra y esta en un acto esperado, se puso de pie y coreo su nombre sin cesar, el jugador no tuvo más que contener las lágrimas que estaban a punto de brotar.
Es realmente satisfactorio ver como un jugador recibe lo que merece por parte de su ex afición, debemos aprender a reconocer y respetar la entrega que tuvo el elemento cuando defendió nuestros colores, nada nos cuesta regresarle un aplauso a aquella persona que nos brindó miles de alegrías...